Durante su carrera en la F1, a Felipe Massa siempre le gustó visitar restaurantes exclusivos. Piloto en la pista, gourmet fuera de ella. Hoy en día, el brasileño tiene dos restaurantes exitosos en un barrio exclusivo de São Paulo. Concertamos una cita para almorzar y hablamos con él sobre su nueva y deliciosa vida, Max Verstappen y la Fórmula 1.
Felipe Massa ha tenido su propia y moderna Beefbar en la Barão de Capenema, en el lujoso barrio residencial de Jardins, durante varios años, y justo al lado se encuentra su adquisición más reciente, Song Qi, un restaurante chino para la alta sociedad brasileña. Es una recomendación absoluta para cualquiera que quiera visitar el Gran Premio de Brasil.
Con un orgullo justificado, Felipe Massa guía a sus visitantes holandeses por Song Qi y señala el interior que, según él, refleja el período de florecimiento de Shanghai en la década de 1930. Un poco más tarde, en la mesa, el menú nos enseña que estamos, de hecho, en un restaurante para gourmets. Dumplings, langostinos gigantes, vieiras al vapor y pato laqueado, la especialidad de la casa. De hecho, los amantes de la buena comida pueden disfrutar aquí a sus anchas.
Felipe Massa, que ahora compite como piloto en una serie de carreras brasileña para coches de serie, también es un amante de la buena comida, nos cuenta durante el almuerzo.
Segmento superior
«En São Paulo hay muchos tipos de restaurantes. En cada esquina hay un restaurante japonés, pero curiosamente aún no había un buen restaurante chino. Nosotros hemos llenado ese vacío. Nuestros precios no son muy altos, pero estamos en el segmento superior. Por cierto, nuestros chefs brasileños también estuvieron en Europa durante dos meses para recibir formación. Queremos ofrecer a nuestros clientes una experiencia especial», dice Massa.
Durante el Gran Premio de Brasil, pudo recibir a muchos invitados de la pista en su restaurante, dice. Entre otros, Charles Leclerc y Valtteri Bottas vinieron a deleitar sus papilas gustativas en Song Qi.
Felipe Massa siempre ha sido competitivo como piloto (y lo sigue siendo), pero también lo es como empresario, enfatiza. «Quieres ser el mejor. En cierto sentido, esto es como el deporte de alto nivel. De hecho, dirigir un restaurante de primera clase es como trabajar en un equipo de Fórmula 1. Todo debe ser de la más alta calidad, los productos, pero también las personas. Todos deben trabajar bien juntos, desde los compradores hasta las personas en el servicio, detrás de la barra y en la cocina. Y el tiempo debe ser óptimo. Al igual que en la Fórmula 1, los detalles son importantes. Si una pieza no funciona, todo puede ir mal».
