Es viernes por la noche en Mataró. Gerard Bos, nuestro hombre en España, ve a un puñado de personas, todas vestidas de naranja, viendo el partido de fútbol entre Francia y los Países Bajos. Un poco más allá, en el New Hotel Colon, los hombres del equipo de Fórmula 2 de Rodin disfrutan de una merecida cena mientras ven el partido. No es de extrañar, con un holandés (Stefan de Groot) en su equipo. ¿Pero qué más?
Aquí no hay hordas de fanáticos naranjas balanceándose de un lado a otro. Aquí no hay cabezas adornadas con montones de zanahorias. Simplemente no hay tantos holandeses en Mataró, esa debe ser la razón.
Pero hay más. La Eurocopa no es popular en este suburbio de Barcelona. Porque el día anterior es el emocionante partido de España contra Italia. Y por lo tanto, la gente debería estar animando a su país, podrías pensar. «De ninguna manera», niega con la cabeza un camarero. «Catalunya, amigo.»
Ah, eso explica todo. Debería haberlo sabido. Claro, en varios bares la gente está viendo el partido. ¿Pero animar fervientemente a España? No. Excepto por un jugador: Lamine Yamal.
«¡VAMOS!», grita el camarero cuando menciono ese nombre. Otros también se animan. Porque sí, aquí están orgullosos del participante más joven en la Eurocopa. Solo tiene 16 años. DIECISÉIS. Una estrella en el fútbol como Max Verstappen en la Fórmula 1 a esa edad. Yamal ya es visto como el nuevo Messi, jugando para Barcelona. Y… es de Mataró, del barrio de Rocafonda.
Están muy orgullosos de él. Solo tienes que gritar su nombre en Mataró, y verás: la Eurocopa de repente cobra vida. Cuando bromeo y grito «Viva Hollandia» al camarero, en mi mejor español rudimentario, el entusiasmo se desvanece de inmediato. Una sonrisa amable es todo lo que recibo a cambio. No es de extrañar, aquí solo animan a Lamine Yamal. Y a Carlos Sainz y Fernando Alonso.
